
Una noche divertida, muy divertida. Llevas a parte de la familia y se te ocurre que un
escandinavo modernillo puede ser una opción. Te arriesgas, porque hay cientos de restaurantes con "sello" en Madrid que son una verdadera pérdida de tiempo y de dinero. Pero reconozco que todos salimos emborrachadamente satisfechos. Comenzamos con unas entradas para compartir: una tabla de
salmón ahumado, caviar y trucha salvaje con blinis de maíz y 5
smorrebrod con vodkas diversos. Este último servido en una tabla con agujeros donde venían inscrustados unos tubitos de ensayo con el vodka que debía acompañar a cada sandwich escandinavo. Gracioso y visualmente atractivo. Después pedimos mezcla de primeros y segundos. A saber: un
carpaccio de atún rojo, remolacha, frambuesas y queso de oveja que fue un bocado de frescura; estupendo pero algo escaso. Alguien decidió probar el, algo elevado de precio,
atún ligeramente ahumado acompañado de crema de rábano picante y habitas; impecable en su textura y en sabor. La
bandiola de ibérico se llevó la palma: un sabor penetrante combinado con el ligero puré de patatas y eneldo; perfecto. La elección de los
dados de ternera a la plancha fue un regreso al pasado, a la ternera de mi pueblo, la que cocinaba mi abuela para cenar con aquellas patatas rechonchas. No sólo fui yo quien lo sintió. Por último, y quizá el más ramplón pero delicado, el
roll de centollo con hojas verdes y salsa de mango.
Los postres desiguales en calidad: la
torta de chocolate es espectacular, pero los
nectarines con mascarpone te los puedes saltar. Ninguna maravilla.
Resumiendo: un lugar en el que te diviertes, con platos de calidad aunque un pelín subido de precio.
Dirección: Calle Prado 15 - Madrid
Teléfono: 91 429 3659 (L cerrado)
Precio: 35 euros
Al plato vendrás valora -
Paladar: 7
Servicio: 8